La radio supo ocupar espacios muy importantes en la vida de los hogares, no hace tanto de esto, de una manera parecida a lo que lo hace la televisión en estos días. Hoy la radio se escucha de mañana y para enterarse de las principales noticias y la actualidad y existe en ella poco lugar para la imaginación, a pesar de que sigue habiendo misterio en aquello de escuchar las voces.
Pero en épocas en las que no había televisión o la que había se limitaba a un solo canal que se veía en algunos hogares de Buenos Aires, la radio ocupaba lugares de relevancia.
La ficción de las radionovelas, antecesoras de la telenovelas, los programas de corte cómico, loa musicales, los que abundaban por las noches, los noticieros, la publicidad en vivo, era lo que podía esperarse saliendo de un receptor.
Delante del receptor de radio se ubicaban las familias y con la misma unción que se atiende un programa de TV se escuchaba un programa de radio donde todos en silencio seguían las alternativas de lo que se transmitía y hacía que la imaginación volase detrás de las aventuras del Leon de Francia, de los Pérez García, del Felipe de Luis Sandrini, de la Catita de Nini Marshal, de los devaneos amorosos de Oscar Casco, de la música de las orquestas y cantores de tango, jazz, o folclore, todo estaba en la radio, todo llegaba a través de gigantescas antenas, que en su mayor parte eran largos alambres colgados sobre dos palos en un eje norte sur, de manera de recibir las emisiones que en esta zona llegaban desde el Este, punto donde se ubica la ciudad de Buenos Aires, la fuente de todas las emisiones.
Uno en ese entonces empuñaba espadas, se enamoraba, se enojaba con los malos, tomaba su parte del lado de los buenos, se ponía en la punta de la silla esperando que el genio que contestaba en Odol Pregunta ganase, (este programa se transmitía en duplex con la TV), Los domingos al mediodía era tiempo de escuchar la Revista Dislocada o Telecómicos, por la noche temprano venía Tatín de la mano de Tato Cifuentes, Tito Gómez, “Cordobés y Conscripto”, estaba al mediodía.
También era posible escucharlo a Juan Carlos Mareco Pinocho, a Antonio Tormo, a la Cranioteca de Los Genios, a Isabel Marconi, a los noticieros cada media hora, al fútbol de Fioravanti, Cafarelli, Muñoz, Lalo Pellicchiari. Aróstegui, a la campaña de Boca Juniors con Alfredo Curcu, Rombys y Francis, a los comentarios de Enzo Ardigó y tantos otros que dejaron huellas indelebles.
El tiempo fue cambiando las cosas, la música en vivo fue dejando lugar a las grabaciones y apareció Hugo Guerrero Marthineitz a revolucionar los programas de radio con su Show del Minuto y su “otro clavó la sintonía en Radio Belgrano”.
Pero los cambios siguieron y la música pasó a ocupar un lugar secundario y cada vez más la actualidad y la voz hablada comenzó a prevalecer y la música se mudó a la Frecuencia Modulada y en tanta las AM que llegan a todo el país traen la permanente información, opinión y comentario y con ello ocupan la escena.
Antes la radio, se escuchaba en silencio, hoy solo se la atiende de a ratos, y la tele sigue cada vez desplazándose en los lugares de la radio, pero esta no deja de tener ese misterio, esa cuestión de obligarse a pensar que hay detrás de cada voz, de cada comentario, de cada enojo, de cada risa, de cada llanto y en síntesis en cada pedazo donde late la vida.
sábado, 13 de octubre de 2007
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