martes, 8 de junio de 2010

Ombú entre nostalgias, tristezas y alegrías

Las cosas para Ombú parecen marchar hacia una gran fiesta, aunque la realidad de hoy, contrasta notablemente con lo que alguna vez fue, como lo confirma un viejo libro editado en los años 40 por los ferrocarriles, entonces en manos de sus constructores compañías inglesas, en donde hablaba entres otras cosas de los servicios públicos que se prestaban. Ellos eran: correo, una estafeta a cargo de Ricardo Clemente Scilironi, quien merece un capítulo esencial en la historia del pequeño terruño, ferrocarril y telégrafo, en este caso a cargo del jefe de le estación Eugenio de Bellis. También el anuario revelaba la existencia de 891 habitantes, obviamente que no estaban nucleados en el mismo Ombú, pero un número al que se llegaba fácilmente contando a quienes vivían en las estancias y establecimientos agropecuarios cercanos. Quienes por otra parte hacían todas sus compras en el almacén de ramos generales, El Caburé, que era donde funcionaba la estafeta y obviamente su propietario era Scilironi. Apuntaba más arriba de las diferencias, las que debieran ser al revés de lo que son, es decir, ahora debiera haber más cosas en Ombú y la realidad es que hay menos. El ferrocarril está, pero no está, ya que salvo algún esporádico tren operativo de cereales, sus vías yacen ociosas. La estación está cerrada y una familia habita la casa estación. Lo que sería la casa del cambista, es tierra de nadie, la casa de cuadrilla de vías y obras hace muchos años que se encuentra deshabitada, ya no siquiera los linyeras usan sus paredes para refugiarse. El edificio del almacén fue demolido, un puesto policial que existía en una de las esquinas de los caminos que llegan hasta el lugar, no existe más, como así tampoco los árboles que le prestaban sombra. La casa del capataz de cuadrillas no está mal y sólo quedan los árboles como testimonio. Queda si la Escuela, la que luce lozana y plena de actividad y gracias a ella Ombú sigue siendo un punto de encuentros de mucha gente que vibra y siente por Ombú. ¡En fin!, hay cosas que marcan tristeza y nostalgia y hay otras cosas que marcan alegría y ganas de hacer, obviamente entre estas cosas figura el festejo por el aniversario, que será con una cena y baile el 30 de octubre cobijada en una carpa. Ya que ni los grandes galpones del ferrocarril quedan para esos menesteres, tal como fue tradición.