martes, 8 de marzo de 2011

Destino pintar

Vaya a saber por qué, pero hace mucho que no escribo para mi blog. ¿Las razones? Tal vez falta de inspiración. Tal vez nada para decir, pero hoy rompo el silencio, explico y pienso. Si bien nada escribí, algo estuve pintando, cosa que no había registrado en mi vida como una posibilidad y entonces el blog, en vez de con letras, se llenó de colores, donde dominan los verdes en consonancia con aquello que figura por allí en el este mismo lugar, que dice: “Me crié en la inmensidad del verde”. Pero vamos por partes. Cada vez que iba a visitar, a mi ahora amiga, Tutty me sentía interpretado por sus palabras en el momento de la creación. Entonces mis noches de de pensamientos positivos llegaron a la conclusión de que tal vez podría expresarme con lápices, no para escribir, sino para dibujar. Cuestión es que en setiembre del año pasado fui al taller de Tutty a decirle que quería dibujar, no me fue mal del todo, pero tampoco puedo decir que me fue bien, pero en el trato bisemanal ella empezó a meter en mi dura cabezota, la idea de la pintura, la que yo rechazaba de plano. Sin embargo, tan convencida me lo decía que un día compre dos o tres pinceles y cinco pomitos de acrílico y con ello empecé a pintar sobre algunos de mis dibujos, hasta que el dibujo comenzó a dejar el paso a la pintura, la que hoy domina la escena. Un cuadro sobre mi pequeño gran terruño Ombú, devino en grandes elogios de todos cuanto lo vieron, incluido Charles Nevott un artista bohemio y trotamundos que vive al día, de lo que produce su pincel, cuando se da cuenta que tiene que volver a comer. La cuestión es que hoy cada día compro telas más grandes y las pinturas me salen con cierta facilidad, lo que no significa que sean de calidad pero salen. De lo que he escrito en esa entrada surgen cosas a propósito de lo que estoy expresando. Mencioné más arriba en esta entrada dos cuestiones. Uno el verde y dos Ombú. El verde se compone de azul y amarillo, color este último que siempre fue mi predilecto, pero que por su brillantez a veces es difícil de hacer que entre en la ropa, o el cualquier lado, aunque en la camiseta de Boca queda genial y encima junto al azul del verde, y en Huanguelén el Atlético usa como color distintivo el verde. ¡Todas las pasiones juntas! Huanguelén es parte de lo que viví como raíz, a través de Ombú y quiso el año pasado que las ideas que alguna vez tuve se convirtieran en reales y salió la gran fiesta del centenario de Ombú resultó una gran satisfacción, ya que pese al que el viento nos obligó a utilizar un plan B, que no teníamos, aún hoy los ecos resuenan. Un año entero de esfuerzos, reuniones y trabajo, quedó plasmado en lo vivido en una noche espectacular. Esto de la organización me lleva a otra reflexión, a propósito de lo escuchado hace pocos días en ocasión de la presentación de las fiestas de carnaval de esta ciudad. El presidente del club organizador hizo profesión de fe, a favor de la improvisación. ¿Por qué debe ser así? El carnaval se sabe con antelación que es todos los años en una fecha determinada, entonces no cabría ponerse a trabajar con el tiempo suficiente para que las cosas se hagan realmente bien. ¡Así estamos! Tuvimos un carnaval acorde a esas improvisaciones.