martes, 14 de agosto de 2012

Los subtes en medio de Londres y la Bombonera



Una semana de Buenos Aires, una semana para analizar cosas, estar de gusto, caminar despacio, de solidarizarme con la gente por el malhadado tema de los subtes, mucho deporte con las olimpiadas de Londres y el vernáculo fútbol, donde cada vez más desde la media se busca la telenovela de las relaciones humanas, en vez de apreciar la belleza del deporte.
Como meter todas esas cosas juntas que pocos puntos de contacto tienen entre sí. Se puede, la prueba la dio la ceremonia de clausura del London 2012. Se mezcló el deporte, la política, el patriotismo, el exitismo acendrado, con un parejo derrotismo, y en la ceremonia la maravilla del arte escénico, la música, la tecnología y la capacidad de trabajo de cientos y cientos de personas, además de una montaña de plata que se ha movido en todas direcciones.
Pero cabe comparar sin volverse vano y amargado. Ver el estadio olímpico que se metamorfoseó varias veces y tuvo primero una ceremonia inaugural, después fue arena de competencias, o césped y material sintético si se prefiere, para cerrar una gigantesca bandera de Gran Bretaña y una fiesta para los ojos, los oídos y ese sentido estético que todos tenemos. Fue todo un tema para el asombro y al ponerse rato subir, las viejas escaleras de la Bombonera, y terminar en el tercer piso, tan cansado como lo puede estar alguien que escala el Aconcagua, no deja de ser toda una definición de lo que es estar en un mundo o en otro.
¿Cuál es el más lindo? La cancha de Boca, se puede decir si se lo piensa como hincha, como natural de la Argentina. Aunque sabemos que aquello, por ser tan lejano y acaso imposible, es lo que desearíamos para la cancha de Boca y todas las canchas del país.
Subtes… ¿Cómo definir subtes…? ¿Acaso música desafinada? Una suerte de ceremonia sin aviso, para en vez de celebrar belleza, celebrar bronca y letanías enroscadas en gruesas palabras de desencanto. Un tema político, una tema de reivindicaciones, hacerle la vida imposible al gobernante de la ciudad. Pues para Macri habrá sido un quebradero de cabeza, pero el sufrimiento, el verdadero sufrimiento, lo padecieron aquellos que en vez de tener un viaje de poco o mucho tiempo, tuvieron que pensarlo en el doble tiempo y encima zarandeados como semillas y apilados como bolsas.
Lo de Londres fue durante 15 días un mundo de fantasías y Buenos Aires durante 10 fue una realidad áspera y contundente. Nada es lo que parece, nada es lo que es, todo camina por la vereda y los problemas se amontonan como la basura y se solucionan con buenas intenciones.