martes, 31 de mayo de 2011

Por donde estamos

Una serie de cosas se me han presentado en los últimos días que me han puesto a reflexionar. Por un lado la velocidad con lo que se mueve este mundo de la tecnología, de la Internet y de todo lo que tenga que ver con la comunicación. Sobre este tema se puede reconocer que la comunicación es muy veloz, pero vaya uno a saber si a tal velocidad le corresponde profundidad o calidad. También nos permite tener un gigantesco archivo a nuestra disposición en el cual figura la edad de cualquiera que tenga una cara reconocible, así como también las mutaciones en su forma de pensar y este contexto de grandes cambios, hay mucha gente que los sigue y toma giros de 180 grados. De forma que para esos lo que estaba bien pasa a estar mal y/o viceversa. Hace unos días recordaba con algunos amigos, que la única forma de enterarnos de cómo habían salido los partidos de fútbol de la Liga Regional de Fútbol, era pasando por delante de las pizarras de El Imparcial, los domingos por la tarde. Hoy eso mismo se sabe casi al instante, ya sea escuchando radio o entrando en la web. Pero también el discurrir de mis pensamientos ha tomado algunos rumbos novedosos, al menos para mí, lo que no quiere decir que no haya habido quien los haya pensado o expresado con anterioridad. Un ejemplo de esto es comprobar una suerte de caída del orgullo de lograr cosas mediante el propio esfuerzo, lo que sin duda a mi me enorgullece. Muy a menudo se escucha hoy decir: Quiero me den… Voy a ver si consigo que me regalen… Tengo derecho a que me den… O sea, cada vez menos dignidad y cada vez más dependencia del terceros. También he escuchado así al pasar, “Está bien que le saquen. ¿Qué creen que me van a sacar a mí que no tengo nada?”. Claro que pretendía que eso que le sacan a otros se lo den a él, que no hizo nada por ganarlo. También he leído escuchado y tal vez repetido como una especie de dogma, que este es el gobierno que más hizo por los jubilados. Puede ser que haya hecho mucho por igualar hacia abajo, solo basta comparar en un valor constante, lo que ganan hoy, con lo que ganaban hace pocos años y se verá la diferencia. Es cierto que los servicios están subsidiados, pero en Buenos Aires, con parte del dinero que pagamos nosotros en el interior por los mismos servicios. En fin, para que agregar más cosas, porque todas las comparaciones que hago, me dan los mismos resultados, de deterioro, tanto económico, o social. Además de la erosión en el orgullo del propio esfuerzo. Otra cosa que me llama la atención es el desprecio de la sabiduría. Sé que los años no hacen por si mismos sabio a nadie, pero acaso hasta el menos sabio pudo aprender algo que puede llegar a transmitir y de esa forma los que transitan esos mismos senderos puedan aprender sin ingresar a la prueba y error. Se piensa, se existe y se es. Se vive, se transita y se aprende.

jueves, 19 de mayo de 2011