lunes, 29 de diciembre de 2008
El cigarrillo y el escaparate
viernes, 18 de julio de 2008
Carlos Silvio Yiyo Hijano, vuela su pasión por la eternidad
lunes, 14 de julio de 2008
Un canal y un esfuerzo para corregir lo incorregible
domingo, 13 de julio de 2008
Una profecía “menor”
Estaban todos reunidos en la mesa de la cena, como de costumbre don Gabriel el jefe de la familia monopolizaba las conversaciones manteniendo su autoridad, la que ejercía en todo momento, al punto de convertirse en una forma de autoritarismo, aunque eso no le quitó nunca el amor por los suyos, por su hijo Vito, sus hijas Norma e Yvonne y el menor de todos, Felix que vino a trastocar los planes de la familia nueve años después de la llegada de Yvonne.
La cuestión que esa noche la familia toda estaba ya dando muestras de cansancio y de ganas de ir a dormir a falta de mejores planes, ya que salvo escuchar radio, no existía a principios de los 50 otro entretenimiento electrónico que ese y menos en el medio del campo. Sólo un grupo de baterías entregaban 32 voltios para iluminar la casa y encender la radio y nada más.
Esa noche estaba una amiga de Yvonne, Angela que había llegado hacía unos días de Buenos Aires, para prolongar la amistad surgida en el colegio donde ambas habían sido pupilas en Olivos. También estaba Jorge el novio de la hermana mayor, un romance surgido casi desde la infancia.
La mesa en ese entonces ubicada en el sector norte del comedor y esto se marca, porque alternativamente fue de una punta a otra, según los humores de la familia, ora se la prefería de un lado o de otro de la gigantesca habitación.
En uno de esos silencios Felix, que entonces tenía 5 o 6 años se dedicó a mirar con atención a cada uno de los miembros de la familia sentados a la mesa. Sus ojos se posaron un rato en Lila su madre, otro rato en Gabriel, otro poco en Norma y Jorge, a quien celaba y odiaba ya que le robaba uno de sus tesoros más preciados; su hermana.
Luego miró la cara de Yvonne, y más tarde se regodeó en ir alternativamente hasta las rostros de Vito y Angela, Angela y Vito, así durante varios minutos, hasta que se produjo un instante de silencio. Entonces aprovechó para meter uno de sus bocadillos, ya que pocas veces se le permitía hablar en la mesa sin ser mandado a callar.
- ¿Vito y Angela se podrían casar no?
En esta oportunidad, nadie atinó a decir nada. Angela se sonrojó profundamente. Vito ocultó lo mejor que pudo el impacto de las palabras del menorcito. Jorge, además el gran amigo de Vito se rió, Gabriel cerró los puños sin saber que decir, en tanto que Lila, encontró de pronto la voz y ofreció repeticiones del arroz con leche con canela, el postre predilecto de Felix, que lo exigía en la mesa día por medio. Demanda que sus padres, se habían avenido a complacer.
- Gracias por pensarlo decirlo… Alcanzó a musitar Angela sin que se le vaya el arrebol de sus blancas mejillas y de la timidez de sus 17 años. Lo que Felix no sabía es que hasta ese momento Vito y Angela ni siquiera tenían un diálogo amistoso, más bien cada vez que les tocaba hablar se tiraban con afilados dardos.
Pero vaya a saber que alquimia, que cosa sucedió, o si las palabras del niño hicieron que los protagonistas de la elucubración, comenzasen a verse de otras formas. La cuestión fue que un tiempo después, Angela y Vito comenzaron efectivamente a mirarse de otro modo.
Acaso haya sido Cupido quien puso en el niño su arco y flecha. A lo mejor sin saberlo, ambos iban en camino de enamorarse, la cuestión que la predicción de Felix se convirtió en realidad y pocos años después dos familias muy grandes se unieron para festejar la boda de Angela y Vito que hoy cumple 50 años de vigencia con la misma fuerza de aquel gran primer paso.