Nunca pude saber las razones por las cuales un vendedor
ambulante entró en la sociedad semicerrada de Saint Alban’s College de Lomas de
Zamora, cole al que me habían mandado mis viejos para tener un aprendizaje de
excelencia. Pero el hecho es que un día entró vendiendo Laponia Helados con un
triciclo blanco, con un cajón cuadrado inmenso dentro del cual había cantidad
de hielo seco y los palitos y bombones helados que golosos todos queríamos
consumir.
El hombre tenía un nombre y apellido, pero para nosotros
casi desde el mismo día que pisó por primera vez el terreno del cole, fue
Fasulo y en verdad aguantarse el sobrenombre, nuestras continuas impertinencias
pidiendo fiado y nuestras más “astutos” ardides para hacernos de un helado
gratis, debió haber sido una persona más que paciente y bondadosa.
Es cierto que entrar al cole le permitió tener una clientela
de más de 500 tipos dispuestos a gastar unos pocos centavos en un helado
diario. Pero ese amor a primera vista de nosotros hacia él y de él hacia
nosotros resultó más que simbiótico, porque al fin nosotros nos hicimos hinchas
de Fasulo y Fasulo hincha de todo lo que fuera St. Alban’s y Old Philomathian,
el club de rugby de los ex alumnos del colegio.
Al principio vendía sus helados cerca de la puerta de
entrada para envidia y enojo de sus colegas vendedores ambulantes, que eran
echados sin miramientos cuando intentaban vender “in school premises” (dentro
de los límites del colegio) y por ello más de un incidente le costó al
retirarse con su carrito pedaleando, pero al fin, todos entendieron que Fasulo
había entrado para quedarse y que sólo él estaba bendecido por las autoridades.
Tanto que con el tiempo no se quedaba en la entrada, iba
hasta detrás de la cancha de paleta lejos del portal de ingreso, donde seguía
vendiendo sus helados en verano y alternando con los cubanitos en invierno. Además,
cualquier acontecimiento que hubiese en Rojondí tenía a Fasulo y su carrito de
espectador, hincha y comerciante.
Iba a Rojondí para los sports, para los partidos de rugby
intercolegiales, para los partidos de los OP’s y es decir para lo que hubiese.
También le era permitido ingresar a la sede de Club Los Andes en ocasión de las
competencias de natación.
Al fin Fasulo se convirtió en nuestro hincha, y además en
sus días de bonanza, nos fiaba algo, que claro casi nunca le pagábamos. Un
recurso muy utilizado para sacar ventaja era utilizarlo como tenedor de un
plazo fijo. Es decir, le adelantábamos el dinero para comprar un helado diario
por espacio de una semana, por ejemplo, pero claro comíamos más de un helado
diario y al cabo de la semana y el crédito se terminaba mucho antes de los
siete días, pero dos o tres helados le sacábamos de ventaja.
En 1960 Old Philomathian’s tuvo su primer ascenso a primera
división de la Unión Argentina de Rugby y si bien había jugadores muy buenos,
como el recordado John con su eterno cabezal y su compañero apertura Jimmy
Cappanera, deportivamente no fue nada bien, tanto que al final de la temporada
OPC había descendido.
Pero en uno de esos partidos vino de visita Pucará que
estaba prendido entre los de arriba y Fasulo no creía que los OP’s íban a
ganar, por lo que muchos le apostaron un helado, es decir si ganaba Pucará, que
era lo más lógico, había que pagarle y no comer nada, pero si ganábamos se le
venía la hecatombe y se vino la hecatombe ganó Blues and Gold (Azules y dorado
los colores de la camiseta) y los que estábamos cerca alcanzamos a cobrar
nuestra apuesta, pero Fasulo salió pedaleando a gran velocidad y si bien pagó muchas
apuestas, algunos se quedaron con las ganas.
No se que habrá sido de la vida de Fasulo, un hombre bueno
como el que más, muy laburador. No se si tenía familia, no se si vive aún, ya
que de estar con nosotros debiera estar superando los noventa. Pero que gran
tipo, medio pelado, algo cascarrabias a veces, pero un hincha de SAC y de OP
Club.
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