jueves, 8 de febrero de 2018

Fasulo






Nunca pude saber las razones por las cuales un vendedor ambulante entró en la sociedad semicerrada de Saint Alban’s College de Lomas de Zamora, cole al que me habían mandado mis viejos para tener un aprendizaje de excelencia. Pero el hecho es que un día entró vendiendo Laponia Helados con un triciclo blanco, con un cajón cuadrado inmenso dentro del cual había cantidad de hielo seco y los palitos y bombones helados que golosos todos queríamos consumir.
El hombre tenía un nombre y apellido, pero para nosotros casi desde el mismo día que pisó por primera vez el terreno del cole, fue Fasulo y en verdad aguantarse el sobrenombre, nuestras continuas impertinencias pidiendo fiado y nuestras más “astutos” ardides para hacernos de un helado gratis, debió haber sido una persona más que paciente y bondadosa.
Es cierto que entrar al cole le permitió tener una clientela de más de 500 tipos dispuestos a gastar unos pocos centavos en un helado diario. Pero ese amor a primera vista de nosotros hacia él y de él hacia nosotros resultó más que simbiótico, porque al fin nosotros nos hicimos hinchas de Fasulo y Fasulo hincha de todo lo que fuera St. Alban’s y Old Philomathian, el club de rugby de los ex alumnos del colegio.
Al principio vendía sus helados cerca de la puerta de entrada para envidia y enojo de sus colegas vendedores ambulantes, que eran echados sin miramientos cuando intentaban vender “in school premises” (dentro de los límites del colegio) y por ello más de un incidente le costó al retirarse con su carrito pedaleando, pero al fin, todos entendieron que Fasulo había entrado para quedarse y que sólo él estaba bendecido por las autoridades.
Tanto que con el tiempo no se quedaba en la entrada, iba hasta detrás de la cancha de paleta lejos del portal de ingreso, donde seguía vendiendo sus helados en verano y alternando con los cubanitos en invierno. Además, cualquier acontecimiento que hubiese en Rojondí tenía a Fasulo y su carrito de espectador, hincha y comerciante.
Iba a Rojondí para los sports, para los partidos de rugby intercolegiales, para los partidos de los OP’s y es decir para lo que hubiese. También le era permitido ingresar a la sede de Club Los Andes en ocasión de las competencias de natación.
Al fin Fasulo se convirtió en nuestro hincha, y además en sus días de bonanza, nos fiaba algo, que claro casi nunca le pagábamos. Un recurso muy utilizado para sacar ventaja era utilizarlo como tenedor de un plazo fijo. Es decir, le adelantábamos el dinero para comprar un helado diario por espacio de una semana, por ejemplo, pero claro comíamos más de un helado diario y al cabo de la semana y el crédito se terminaba mucho antes de los siete días, pero dos o tres helados le sacábamos de ventaja.
En 1960 Old Philomathian’s tuvo su primer ascenso a primera división de la Unión Argentina de Rugby y si bien había jugadores muy buenos, como el recordado John con su eterno cabezal y su compañero apertura Jimmy Cappanera, deportivamente no fue nada bien, tanto que al final de la temporada OPC había descendido.
Pero en uno de esos partidos vino de visita Pucará que estaba prendido entre los de arriba y Fasulo no creía que los OP’s íban a ganar, por lo que muchos le apostaron un helado, es decir si ganaba Pucará, que era lo más lógico, había que pagarle y no comer nada, pero si ganábamos se le venía la hecatombe y se vino la hecatombe ganó Blues and Gold (Azules y dorado los colores de la camiseta) y los que estábamos cerca alcanzamos a cobrar nuestra apuesta, pero Fasulo salió pedaleando a gran velocidad y si bien pagó muchas apuestas, algunos se quedaron con las ganas.

No se que habrá sido de la vida de Fasulo, un hombre bueno como el que más, muy laburador. No se si tenía familia, no se si vive aún, ya que de estar con nosotros debiera estar superando los noventa. Pero que gran tipo, medio pelado, algo cascarrabias a veces, pero un hincha de SAC y de OP Club. 

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