A pesar de no haber nacido con los botoncitos en las
manos, me las arreglo bastante bien, como parecen nacer los chicos hoy, que
antes de saber leer y escribir apenas tienen en su poder estos artefactos con
los cuales hay que convivir, los dominan como si los hubiesen diseñado ellos.
Hace unos días por esos avatares del destino el televisor
LCD que aun tengo, de pronto se puso negro y si bien se podía escuchar, las
imágenes dejaron de existir.
Cabe explicar que hace ya un tiempo se me había metido
entre ceja y ceja la idea de tener un aparato más nuevo. El momento de la
inversión parecía distante, hasta que las circunstancias apuraron los tiempos.
De manera salí a averiguar precios por un moderno Smart
TV, que se puede conectar a la WWW para
muchas cosas, entre ellas leer el diario, en vez de escuchar el bastardeo de la
noticia que se hace en los noticieros, donde los tipos con el micrófono en la
mano pierden horas enteras en repetir y repetir que el cadáver estaba muerto.
La cuestión es que después de algunas averiguaciones
compré o mejor dicho me endeudé con un aparato nuevo. La primera dificultad fue
lograr lo más sencillo, es decir ver televisión y ver en alta definición y con
la mejor calidad disponible.
Para ello necesitaba conectar el aparato al decodificador
de la televisión satelital con un cable HDMI. (No tengo la menor idea de lo que
significa la sigla, pero puedo suponer que las dos primeras letras están por
High Definition). El cable en cuestión no estaba provisto, por lo que hube de
salir a buscar uno, que lo conseguí por la módica cifra de 65 pesos. ¿Pero che
este es de oro?, pregunté.
Nunca creí que me podían tapar la boca de una forma tan
contundente.
“Mirá lo que dice acá”. Me dijo el hombre detrás del
mostrador al tiempo que me acercaba el estuche. Textualmente decía: “Contactos
enchapados en oro”.
Con el cable en mano me vine a casa, luego de 10 minutos
de pifiar los agujeritos donde hay que meter la joya recién comprada, pude al
fin sentarme, sudando como un beduino. Se me empañaban los lentes a través de
los cuales debía mirar los cartelitos del control remoto que por efecto de la
humedad parecían manchas. La mayoría de ellos son símbolos, aunque encontré
rápido el power, lo pulsé, en la pantalla empezaron a aparecer cartelitos y
tras varios continuar, el aparato estaba listo para devolver imágenes, que sin
embargo no aparecían.
Con uno de los tres manuales que vinieron con el
artefacto, empecé a tratar de entender un poco lo que había que hacer, hasta
que me aburrí y decidí tocar de oído, tan mal no me fue porque de pronto
comenzamos a ver imágenes y vaya que imágenes, de altísima calidad.
Yo quería seguir aprendiendo, pero mi mujer quería ver su
novela o no sé que cosa, por lo que debí resignarme a que muchas funciones quedarían
en el misterio por un tiempo.
Un rato después retomé, le conecté el DVD, fracasé porque
no se ven los CD en colores, pero bueno seguimos adelante.
Había que hacer que el control del directv se convirtiera
en el único. Hubo que encontrar los viejos manuales, y leer varias veces las
instrucciones, son sencillas pero… después de apretar los botoncitos mil veces
el televisor se resistió estoicamente a dar señales de obediencia. Cuando al
fin después de dos horas de intentar establecer el parámetro nada ocurría,
capitulé.
Tomé el teléfono disqué un 0800 que me depositó ante una
operadora de algún país sudamericanos que no es el nuestro y después de probar
con varias claves distintas al fin el televisor se rindió de modo que con un
solo control, ahora puedo prender y apagar el tele y subir o bajar el volumen.
Pero quedaba otro desafío, conectar el Smart TV a la red
informática. Encontré la vía para ir a su configuración, le puse la clave del
WI FI y nada. Volví a intentarlo otra vez nada y nada y nada…, Hasta que al fin
después de escribir la clave del router que tiene una incontable cantidad de
letras, infinitas veces, de pronto, comenzó a navegar.
Con el triunfo asegurado tuve tiempo de reflexionar y
darme cuenta de lo tonto que soy, porque no me puede dar tanto trabajo algo tan
fácil. Total el control remoto tiene unos 30 botoncitos, cada uno de los cuales
es hábil para otras 30 operaciones. Todo muy sencillo, tan sencillo que un niño
puede operarlo, pero yo no soy un niño, dejé de serlo hace mucho, de forma que
la próxima vez quiero que me den un aparato que sea tan sencillo para que un
viejo como yo lo pueda manejar.
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