lunes, 14 de julio de 2008
Un canal y un esfuerzo para corregir lo incorregible
En mi casa siempre se estuvo corriendo detrás de cosas absurdas o quiméricas, las que invariablemente requerían ingentes esfuerzos y mucho trabajo, con herramientas poco ortodoxas y el esfuerzo de varias personas para concretarlas. Obviamente mi padre era el principal orquestador y trabajador, acompañaba a quienes obedecían sus órdenes trabajando más que ellos y siempre con cara de pocos amigos.
En cierta oportunidad a mediados de los años 50 el meandro final, de uno de los dos potreros por donde pasa el arroyo Cañadón de Quinigual, antes de ingresar a la calle se hacía más pronunciado, o tal vez parecía pronunciarse más amagando, según se argumentaba en la mesa familiar, a cruzar la calle por el costado del puente, entonces era un deber impedir que eso ocurra.
Una mañana, los dos tractores un Lanz monocilíndrico de 45 caballos de potencia y un Fahr D30L de tres cilindros y 30 hp, una gigantesca pala de buey, un arado de discos y todas las ganas del mundo se pusieron a disposición de la construcción de un canal de unos 50 metros de largo que corregiría la “peligrosa” tendencia del arroyo a desviarse.
Una mañana temprano fuimos todos, los miembros de la familia que trabajaban, peones, tractoristas y tuti cuanti.
Lo primero fue arar el trayecto del canal, luego la pala de buey para sacar la tierra arada, después otra vez el arado, este implemento se utilizó hasta que el canal se fue estrechando e impidió su paso. Entonces quedó todo para arrastrar la pala, sacar la tierra, colocarla en otro lado, y así toda la mañana, hasta que el final se llegó a la profundidad más o menos deseada, que dicho sea de paso, no era toda la necesaria.
El paso final fue bloquear el cauce natural para hacer que el agua corra por el flamante canal y así fue. El arroyo comenzó a correr por donde estaba la idea de hacerlo correr, pero la cosa duraba poco, porque pronto el agua buscando su nivel se empeñaba en destruir el parapeto y volví al cauce milenario y natural.
Esta desigual lucha duró hasta que a la naturaleza se le ocurrió la gran solución. Grandes lluvias a inundaciones. Entonces el agua utilizó el canal y el arroyo original, por lo que la idea de que haya un cauce nuevo se derrumbó y quedó entonces un doble brazo, uno artificial y otro natural y ambos siguen prestando sus servicios hasta el día de hoy.
Un detalle, sobre el cauce natural había un ensanchamiento bastante importante, lo que hacía que allí hubiera apenas unos pocos centímetros de agua, entonces el lugar se utilizaba para su vadear con vehículos y herramientas. El canal clausuró definitivamente ese vado.
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